Entrevista Somos Más

Silvia Lizana Palacios

Educadora del proyecto Somos Más en Catalunya

¿Cómo explicarías, en una frase, qué es el proyecto Somos Más?

Un proyecto para que los adolescentes puedan decirnos cuál es para ellos el código ético necesario para el uso responsable de las redes sociales.

¿Cuáles son los principales retos que te has encontrado al dar los talleres?

En un primer momento resulta difícil conectar, no en todos los centros, pero en algunos no parecen tener ganas de escuchar a nadie y lo primero que hacen es preguntar si es obligatorio. Romper con esas reticencias iniciales resulta lo más complicado, aunque tras una breve explicación, no se ha marchado ningún alumno de mis talleres, incluso a veces, los que muestran menos interés inicial, son los que más participan.

Las redes sociales se han convertido en la herramienta de comunicación esencial para los adolescentes, ¿consideras que este proyecto habla el lenguaje de los más jóvenes?

Desde luego, una de las cosas con las que más conectan es con la posibilidad de tener el móvil en algún momento dentro del aula. Por otro lado hablar de algunos de sus YouTubers favoritos o incluso de sus propios contenidos en las redes y hacer una reflexión sobre las responsabilidades que todos tenemos en las redes les engancha y les atrae.

¿Crees que proyectos educativos como el de Somos Más ayudan a introducir nuevos enfoques en las aulas?

Al realizar los talleres he podido comprobar cómo en la mayoría de los centros los chicos y chicas tienen muy claros conceptos como: igualdad, solidaridad, discriminación, homofobia, machismo, racismo, etc. Sin embargo al llevarlo a su campo, a su experiencia, a su rutina diaria como creadores y consumidores de contenido en las redes, al hablar sin tapujos y dejarles muy claro que no hay respuestas correctas sino que sus opiniones son muy válidas, la situación cambia.
Es en ese momento en el que conectan, en el que se abren y empiezan a hablar sinceramente. La frase con la que comienzo mis talleres siempre es “Yo vengo a aprender de vosotros, a que nos enseñéis a usar las redes sociales con responsabilidad” y aquí comienza todo. Sin lugar a dudas en nuestros centros son necesarias iniciativas tan completas e intensas como la nuestra en la que educadores externos tienen la posibilidad de llevar un magnífico material a través del cual poder explorar los sentimientos y vivencias de nuestros jóvenes. La posibilidad de que ganen un premio y puedan conocer a algunos de sus YouTubers favoritos es una motivación extrínseca con la que se enganchan en seguida y es a través de lo que conseguimos su participación en los vídeos que es primordial, ya que es su voz.

Uno de los lemas de la campaña dice: Impulsa el cambio a través de tu contenido en las redes, ¿crees que ésta es una de las claves para el futuro de los y las jóvenes?

En muchas ocasiones no se sienten responsables de los mensajes de odio en las redes, son otros, los haters , otras personas, … pero ellos no. A través de las cartas entran en el juego de rol identificando como muchos mensajes pueden herir a otras personas sin necesidad de ser insultos o agresiones directas. Finalmente entienden que su responsabilidad va más allá de esas consideraciones externas y que con cada contenido, con cada me gusta y con cada follower todos influimos en el uso que hacemos de las redes.

Como educadora, ¿qué aprendizaje te estás llevando de esta experiencia educativa?

Como sociedad tenemos ideas preconcebidas de lo que los jóvenes pueden pensar sobre un tema u otro; sin embargo con solo darles voz, pedirles opinión y escucharlos basta para que bajen la guardia, para que se abran y te ofrezcan la posibilidad de conectar, de entrar en su mundo, de entender sus miedos y su inseguridad. Para mi es maravilloso ver cómo cada grupo se comporta de una forma diferente ante el mismo material, la cohesión grupal y las dinámicas que tienen como grupo y como individuos hace que cada taller sea un mundo en el que tienes que interpretar, leer en sus caras y dirigir la sesión hacia donde está su interés te proporciona la oportunidad de saber realmente qué sientes. Cuando sales del aula y por los pasillos te para algún estudiante para darte las gracias por el taller o decirte que le has removido cosas o simplemente para decirte que le encantó; entonces es cuando te sientes satisfecho.